jueves, 7 de febrero de 2008

HISTORIA DE HUANCAVELICA

PRE INCA:
Existen evidencias de la presencia del hombre en Huancavelica desde hace por lo menos unos 10,000 años, probablemente tras la caza de mamíferos, tales como llamas, alpacas, tarucas y vicuñas. Esta evidencia se expresa en instrumentos hallados como proyectiles de piedras talladas.De acuerdo al trabajo realizado por Tulio Carrasco, durante la etapa en la que se hallaba vigente la cultura Chavín ( 1200 a 500 años AC), encontramos en Huancavelica grupos humanos que se asentaron principalmente en la margen izquierda del río Ichu, hacia la parte norte y este de la ciudad.Los restos materiales dejados por dichos grupos evidencian la existencia de pequeñas aldehuelas cuyos habitantes se mantenían sobre la base de la explotación agrícola y pastoril. Es mas, estos aborígenes chavinenses, explotaban los filones mercuriales de la zona con la finalidad de obtener el Cinabrio, roja sustancia colorante utilizado en la decoración de vasijas de barro o como cosmético.Otras evidencias de esta presencia fueron halladas en el yacimiento arqueológico de Chuncuimarca en el recientemente creado distrito de ascensión, los de Segsachaca y Paturpampa, situados a orillas izquierda del Ichu y Arkosikipampa, hacia el barrio de Santa Ana.Igualmente se encuentran restos de esta presencia a quince kilómetros al nor-este de la ciudad, Atalla, donde hay vestigios de un mayor asentamiento. Sin embargo los de Seqsechaca y Paturpampa demuestran adicionalmente contactos con la cultura Paracas.A la decadencia de Chavín, aparece la cultura Huarpa, quienes se concentraron mayormente en la cuenca del Mantaro. La presencia de la cultura Wari ( 800 a 1200 dc) ha dejado sus huellas y a la decadencia de este, se afianzaron reinos locales. ( 1200 a 1470 dc. Uno de los pueblos de mayor auge, fueron los Ankara, que estuvieron divididos en dos grandes agrupaciones sociales, los Astos y los Chancas. Luego llega la dominación Inca.Finalmente podemos citar otros vestigios de la presencia del hombre, según lo reseña Henry Anccasi, en los petroglifos de Inca Huayco en Huaytará, Queromachay en Paucará, las pinturas rupestres de Huallancca, Alalay y Huayanay en Acobamba.

EPOCA DE LA CONQUISTA:
Cuando sobrevino la conquista española, Huancavelica fue escenario de la gesta de la resistencia,donde hicieron morder el polvo de la derrota a poderosos ejércitos españoles. Especialmente los capitanes del Inca Manco, Cusi Yupanqui, que en Paucará derrotó al ejército de Diego de Pizarro, donde perecieron 150 Españoles de a caballo y de pie, aparte de innumerables "indios" Huancas, así como los enormes y temidos "Negros de Guerra", en el año 1536. Ese mismo Año 1536, también se derroto al ejército de Mogrovejo de Quiñones, sobre el rio de Angoyacu, que era uno de los nombres quechua del actual Mantaro; o en la Izcucuchaca, donde Alonso de Alvarado ganó ajustadamente a Puyu Huillca, a costa de innumerables bajas, que detuvieron su avance al Cusco. En 1537, en un lugar todavía inubicado en las alturas de Huaytará donde los capitanes de Manco aniquilaron al ejército español de Gonzalo de Tapia, que marchaba hacia el Cusco, a fin de socorrer a Hernando Pizarro allí fue situado por el propio Inca. En Huaytará, que luce palacios de los más bellos y avanzados de la arquitectura Incaica difícilmente comparables, allí se enfrentaron las tropas de la retaguardia de Diego de Almagro el viejo con las de Hernando Pizarro. En 1544, en Acostambo el Inca rehizo y pudo continuar en la lucha, remitiendo huestes hasta el asesinato del Inca. En 1546, Huancavelica se divide en encomiendas, se repartieron preferentemente entre pobladores de San Juan de la Frontera, entre ellos Don Amador de Cabrera, que arribó al Callao procedente de Cuenca, España, acompañado como sirviente al Tercer Virrey Don Andrés Hurtado de Mendoza, Marquéz de Cañete; Por su lealtad, Cabrera heredó la encomendaría de Angaraes por Matrimonio con Doña Inés de Villalobos.
EPOCA COLONIAL:
Se desarrolló la capital del departamento en base a la explotación del mercurio, existente en abundancia en la mina de Santa Bárbara. Durante los 300 años de dominación española, Huancavelica contribuyó con su mercurio al sostenimiento de la corona española. Los interesados en los hechos resaltantes de esta época, encontrarán la mejor información en el libro "Las Minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII" del autor Guillermo Lohmann Villena, 1949. Reeditado en el Perú en 1999, por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Este documento, sin lugar a dudas el mejor y mas completo, se puede encontrar en la Biblioteca Nacional del Perú y en la Biblioteca de la Universidad mencionada. Un resumen importante de esta época, también lo ofrece el libro " Villa Rica de Oropesa" del autor Federico Salas Guevara, 1993. También accesible en la Biblioteca Nacional del Perú. Algunos hechos resaltantes y relevantes para identificar la evolución virreynal de Huancavelica se encuentran en el libro "Huancavelica Colonial" del autor Mariano Patiño Paúl Ortiz, 2001. También ofrecido por la Biblioteca Nacional.

FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HUANCAVELICA
Cuenta la historia que allá, por el año del señor de 1566, el indio Ñavincopa, a saber curaca y yanacona del encomendero español, don Amador de Cabrera, descubre a su amo la mina de mercurio "De todos los Santos", después llamada, "Mina de Santa Bárbara". Se realizaba entonces las festividades del Corpus Cristi en la ciudad de Huamanga, cuando Cabrera entregó al pequeño hijo de Ñavincopa su sombrero, guarnecido y adornado con joyas de plata y oro. Quiera que el niño, deslumbrado y asombrado por la gran cantidad de gente en la procesión, sea por que se lo hurtaron o por perderlo, lo cierto es que la lujosa prenda se extravió. Ansioso y preocupado por su pequeño vástago, el curaca Ñavincopa puso en camino a su patrón español, para que descubriera a 20 leguas de distancia, en el cerro Wanka Wilka ( ídolo de piedra) la famosa mina, a la que inicialmente identificaron como "La Descubridora". Este descubrimiento dio pie al crecimiento rápido de un poblado en el valle de Secclla, que al cabo de pocos años creció lo suficiente para que el Virrey Don Francisco de Toledo, le diera el encargo a don Francisco de Angulo, de fundar "Pueblo Rico de Oropesa". Era el 4 de Agosto del año 1571. Diez años mas tarde, por gestión del minero don Juan de Sotomayor, obtuvo su título de Villa. Posteriormente fue reconocida como "Huancavelica". Texto de redacción: Federico Salas Guevara Schultz Cronista Guamán Poma de Ayala, Cronista Fernando Montesinos Bibliografía: Las minas de Huancavelica ; Guillermo Lohman Villena Villa Rica de Oropesa ; Federico Salas Guevara Mina de Santa BárbaraDe acuerdo a los apuntes históricos de Don Manuel J. Alarco, en 1566 el indio Ñavincopa, curaca y yanacona de Amador de Cabrera descubre la mina de Santa Bárbara a la que denominó "Descubridora" nombre que no pasó a la posteridad conservando hasta hoy el de "Santa Bárbara". Su extensión o cuadratura siempre aceptada y no discutida en toda la época del Coloniaje es según el Marqués de Casa Concha, de 80 varas castellanas de largo, 40 de ancho y 60 estados de profundidad. Con esta cuadratura fue transferida a la Corona de España. En 1763, el visitador Don Antonio de Ulloa atribuye a la mina, con diferencia en su profundidad, una extensión similar, es decir después de doscientos años de laboreo constante. Esta mina que asombró a los Virreyes del Perú arrancándoles el calificativo de la "Maravilla mas Grande de la Tierra", forma apenas una pequeñísima parte del yacimiento de mercurio, cuya caudal es tan grande por su variada ley, como lo es por su potencia y riqueza. Como Santa Bárbara existen muchas otras minas en dicha zona como son Trinidad, Titicasa, Calvario, Carnicería, Azul Cocha, Silla - Ccasa, Terciopelo, Miguel Pata y otras más en número de 33, tan ricas y poderosas como la principal Santa Bárbara, que habría hecho el papel de ésta afianzándola en dos siglos y medio. Fueron bastantes las solicitudes de los Virreyes del Perú y las órdenes perentorias del Monarca para abastecer al reino de azogue, debido a la triple necesidad que sentía la corona, para la saca la plata, aumento de los quintos reales y ahorro de los contingentes de azogue de España y Alemania con destino a América, contingentes sumamente costosos por entonces. Santa Bárbara fue trabajada al principio por su primer dueño Cabrera, hasta que fue trabajada al principio por su primer dueño Cabrera, hasta que fue incorporada a la Corona de España en 1570, comprándola de los socios y herederos de aquel. El precio de la mina no se llegó a pagar en monedas, que al principio fueron exorbitantes que retardaron la venta y que al final concluyeron en cosas de poca monta. Los socios y herederos de Cabrera, José Tamayo, Pedro de Aliaga, el Marqués de Monterrico, Alcocer y Pedro de Alarco recibieron por la mina como valor de ella, 140,000 jornales, corregimientos por cinco años y una que otra merced de hábito, más el privilegio de ser considerados como miembros principales del gremio de mineros. Se comenzó el trabajo de la mina por cuenta de la Corona en septiembre de 1570, bajo la conducción de Don Francisco de Toledo, cuya administración se localizó en los 67 Gobernadores y Superintendentes de Huancavelica que se sucedieron hasta el 1800. Este trabajo no se practicó por administración real, más bien por el gremio de mineros con quien el Virrey a nombre del Monarca, celebraba un contrato que era de arrendamiento de largo plazo, para pagarse la merced conductiva en producto y a la vez era de habilitación y usufructo.

Dicho contrato se llamaba Asiento y en el que se estipulaban todas las condiciones del pacto. Estas condiciones se referían al tiempo de duración, a la cantidad de azogue que debía pagarse por arrendamiento cada año, al estado de la mina, a la obligación de devolverla en la misma condición en la que se recibía y en las demás cláusulas que se imponían al gremio. Eran condiciones esenciales de dichos asientos, la obligación mancomunada del gremio para responder al Rey de las deudas contraídas por los antecesores; de las obligaciones del Mitaje, es decir de los trabajadores, derechos y obligaciones; y finalmente la condición por la que quedaban incluidos los Buscones, en razón de que si estos al principio servían de guía para el descubrimiento de las minas, después perjudicaran la mina real con frecuentes inundaciones que originaban en sus cateos, extravíos de azogue de las capas reales, afectando así el estanco establecido para este artículo y la moralidad que se procuraba en las oficinas reales. El primer Asiento fue hecho por el Virrey Toledo en 1577. a este siguiente muchos, mas o menos honrosos para el gremio y en los que se estipulaba una duración de 25 a 30 años. El último Asiento fue por otra provisión del Virrey Don Francisco de Borja por 4 años que terminaron en 1782. Saravia, que fue el último arrendatario no pudo entregar la mina debido a su fallecimiento, haciéndolo por el su albacea en tal estado de ruina que sus reparaciones, significaban su capital. En enero del citado año recibió la mina el Rey y desde entonces se trabajó por administración durante 4 meses y días, después de los cuales a causa de las pérdidas y perjuicios que sufrió la Real Hacienda, fue entregada a los Administradores o Gobernadores, quienes para rehabilitarla, expidieron reglamentos y ordenanzas que fueron eficaces. Corrobora lo antes escrito, las investigaciones de la Doctora Isabel de la Peña Alarco de Calderón, cuando en sus estudios sobre las Expediciones Científicas que vinieron al Virreinato Peruano, en lo que se refiere a la de Don Antonio de Ulloa, establece que las minas de azogue de Huancavelica se hallaban en estado de ruina y decadencia por lo que el Gobierno Español naturalmente alarmado, lo nombró para restaurar el orden y la producción del cinabrio. Ulloa tuvo el gobierno de la mina en sus manos desde el 4 de noviembre de 1758, hasta el 1 de febrero de 1763, halló la mina "en el más horrible desorden que se pueda imaginar" y a pesar de todo el celo desempeñado en su reconstrucción, no le fue fácil vencer los intereses creados, ni su labor resultó lo fructífera que deseaba, pues las resistencias venían de las más altas autoridades del Virreinato, como declara Ulloa en su Relación Inédita que existe en la Biblioteca Nacional. Así, pues, los Asientos con los Gobiernos de Huancavelica y el gremio de mineros fueron creados para extraer y fundir metales, siendo el Rey el administrador supremo, los Virreyes simples ejecutores y los naturales, elementos de producción. El laboreo de la mina fue desde el principio, sin pauta ni dirección fija; después se hizo confusa y a medida que aumentaba la extracción de minerales disminuían la seguridad y el orden. La falta de sistema bien pronto se dejó sentir, porque a los pocos años se dio cuenta de la ruina de algunos soportes. En noviembre de 1681 se derrumbó la mina poniendo en peligro su existencia. Calles, frontones y la principal lumbrera se habían desplomado perpendicularmente sobre el Paraje de San Jacinto, que el año anterior se había derrumbado dejando casi vírgenes sus fronteras.
Estas ruinas paralizaron el trabajo y se tuvo que hacer fuertes gastos y nuevo Asiento para proseguirlos. En vano se pactaban muchas condiciones para evitar nuevas ruinas. El mal estaba en la organización del sistema adoptado y sus consecuencias tenían que ser inevitablesPor estos motivos y como desde el año 1645 se había perdido la veta principal, siendo pobres las que trabajaban, desde entonces comenzó la escasez del azogue, lo que dio lugar al aumento del precio sin el que el gremio, no podía trabajar para rembolsar sus gastos. Desde este mismo año, los mineros echaron mano de los estribos y puentes para hacer frente a sus compromisos y lo peor del caso fue que los arrendatarios y los administradores de la mina fueron los primeros en arruinarla para aprovechar el escaso tiempo de su contrato, al que no podían volver por su conducta e irresponsabilidad. Así continuaron los trabajos de la real mina con pequeñas alternativas, en lo personal, en los Asientos, en la dirección de las labores subterráneas y en las funciones, por espacio de cien años, durante los cuales se produjo la cantidad de azogue suficiente para establecer las plazas del Alto y Bajo Perú, Guatemala y Nueva España, no habiendo sido escasos los sucesos, reclamos, abusos y perjuicios que no se pudieron conjurar con los nuevos reglamentos y ordenanzas de los Virreyes, cédulas y decretos de la Corona. Al término de dichos cien años en 1786, siendo el Marqués de la Plata Superintendente de Huancavelica, ocurrió el hundimiento más terrible de la mina. Reconocido éste, resultó que se había arruinado una gran extensión de ella comenzando por los portales del Brocal, plazas, calles y galerías antiguas hasta la punta del Nombre de Dios. Verdadera ruina ocasionada por las mismas causas que produjeron las anteriores; ya que se había sacado puentes, estribos, arcos, cielos y costados, que eran las columnas sobre las que descansaba la mina y por acto criminal de los Directores, siendo en este tiempo Marroquín, que dio su nombre a la mina y materia para dilatado juicio que terminó con la pena del garrote para él y prisión a los cómplices, complicaciones para algunos funcionarios, fraudes en la contabilidad y custodia de las cajas reales y fraude de los metales en polvo que se producían. De esta mina resultaron innumerables pérdidas para el Rey y dio lugar a que se consultaran con ingenieros alemanes que fueron contratados expresamente. En 1790 se entregaron al Barón Nordelflicht todos los antecedentes y después de reconocer Santa Bárbara opinó por la suspensión de los trabajos. Hasta 1795 se proyectaron medios para restablecer el trabajo de Santa Bárbara, los que no llegaron a verificarse, quedando los proyectos en estudio. La más grande y grave consecuencia de la mina fue la paralización de los trabajos y la falta de azogue que produjo la ruina del tesoro real. Entonces se buscaron nuevas vetas de cinabrio en las inmediaciones y encontradas entre otras la de Trinidad se trabajaron hasta 1790. Se hicieron nuevos reglamentos y se creó la plaza de Director de Descubrimientos por las ventajas alcanzadas en las nuevas vetas. Se descubrió la mina de Sillaccasa de gran riqueza y potencia. Esta nueva forma de explotación dio lugar al cambio de sistema real por el de libertad para el trabajo de las minas que se descubriesen. De esta manera se autorizó y constituyó el libre cateo y ocupación de las minas con el nombre de Pallaqueo. El Rey se reservó su mina y la trabajaba por administración. La explotación libre de las minas dio por resultado la ventaja de que el precio del azogue bajara y se produjo en suficiente cantidad para satisfacer las necesidades del Virreinato, pues los pallaqueadores, en el año 1794 produjeron 4350 quintales que importaba el total de la ruina del tesoro real acumulado desde 1782 a 1795. puesto en práctica este sistema del pallaqueo, se suspendió el trabajo de la mina de Santa Bárbara que fue reemplazada por la mina de Sillaccasa, Trinidad y otras. Sillaccasa fue de Don Juan B. Sotomayor y en producción de 7 meses llegó a mil quintales. Igual sucedió en Trinidad y otras que dieron abundante metal de 5 a 6 libras por hornada en todas sus calles. Convencido el Rey de las ventajas del libre laboreo, ordenó que se franqueasen licencias para trabajar cuantas minas se descubriesen y se reiteró la cédula de 1727 que daban franquicias a los descubridores. En 1795 se expidió un decreto para una cuenta general de la mina, la que debía ser lo más detallada posible, levantándose un plano que diese a conocer la situación interior, plano que se levantó en 1797 con todos los detalles y numeración de todas las partes de que se componía.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy interesante gracias por proporcionar esta valiosa información